jueves, 17 de junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010

BOTE

El trabajo artesanal de los pescadores en el Maitén es bastante complejo y peligroso, no sólo por la precariedad del asentamiento en todo lo que respecta "a lo social", sino también por la falta de seguridad en sus implementos e equipamientos que diariamente utilizan en sus labores de extracción de recursos naturales que les entrega la mar. Los 15 botes que posee la caleta no gozan de buena salud, es más, todos son de 2da mano (y algunos en realidad, no sé como flotan) están muy deteriorados, por lo cual han tenido que proceder a arreglarlos (cepillarlos, lijarlos, aplicar sellantes internos y externos, equipar los espacios interiores, y finalmente darles color). El proceso de arreglar botes, es largo y costoso para estos pescadores, lo que conlleva a estar "parado" y sin trabajar por un tiempo, el cual puede llegar a ser corto, mediano o largo (dependiendo de las lucas que tengan para realizar dicho "enchulamiento"). Además de los arreglos estructurales de los botes, se suman otros inconvenientes, que son de mucha importancia, como la inexistencia de implementación y equipamiento adecuados y óptimos, para cada uno de estas botes que salen mar abierto. Muchos botes tiene motores usados y en malas condiciones mecánicas, no poseen Gps, no poseen chalecos salvavidas, no tienen trajes de buceo apropiados para resguardarse de las temperaturas de las aguas, poseen fisuras importantes en su interior, lo que es preocupante e inseguro para sus dueños y tripulantes. No obstante, suelen reparar cada uno de sus desperfectos, en trabajo comunitario (hombres, mujeres y niños), el cual se realiza con la ayuda de los vecinos, familiares experimentados y los niños/niñas de la caleta que son siempre los más contentos, ya que pueden ayudar y aprender de estas labores.
Varios amigos pescadores comentan que reflexionan muchísimo sobre la identidad ó nombre que le pondrán a sus botes, ya que para ellos tiene un gran significado, el hecho de enfrentar al mar es un riesgo permanente entre la vida y la muerte. El mar o "la mar" como se acostumbra a decir en la jerga de las caletas, tiene y posee una relación de respeto entre esta y las distintas comunidades costeras (caletas pesqueras), ya que ellos dependen exclusivamente de lo que puedan recoger de las aguas (algas, peces o mariscos). Es por eso la importancia que tiene el hecho de identificar a sus botes con nombres que tengan simbolismos ligados a la fé, a sus creencias, o simplemente a sus seres queridos, como una manera de protegerlos de las distintas inclemencias de la mar o de la furia del clima. Nombres como San Ignacio, Tavita Eliana, Jerusalen y tantos más, son los nombres escogidos para proteger a los pescadores de la caleta Maitén.
......la noche esta estrellada, y tiritan azules, los astros a lo lejos......
Texto y Fotografía: Alaín Bizancio

martes, 15 de junio de 2010

Jerusalem III

La nueva Jesusalen III se impone en la bahía de Caleta el Maitén. Cuatro hombres de mar realizando distintas inspecciones a sus botes (preparando material), para luego en la madrugada salir mar adentro a recolectar productos marinos, para ser comercializados en los distintos centros de abastecimientos cercanos al asentamiento costero. Cabe destacar que el mayor flujo laboral de este asentamiento es la recoleción de algas, labor realizada por todos los integrantes de cada familia que habita este sector. Las salidas programadas a la mar no son constantes, debido a la escasez de productos marinos. No obstante, la Caleta el Maitén posee una zona de manejo, la cual es un verdadero ejemplo de trabajo, en comparación a sus pares (otras caletas de la región de coquimbo), ya que se coordinan respecto a la extracción de peces y mariscos para la venta externa, producto de la escasez que afecta a la zona. Razón por la cual, las algas son su principal producto a recolectar. La rutina de inspección (botes e implementación) es diaria y comunitaria.
Texto: Pablo Bustamante.
Fotografía: Alain Bizancio.

sábado, 12 de junio de 2010

el Maitén

Asentamiento costero emplazado en la desembocadura de una quebrada con un cauce bien definido y terrazas fluviales en sus bordes. A una distancia de 40 kilómetros al norte del pueblo costero de los Vilos (kilómetro 312). Las primeras exploraciones datan desde el año 1925, por los primeros pescadores artesanales que circundaban el sector costero de la región de Coquimbo. En las aproximaciones del año 1937 llegan sus primeros colonos, que dieron vida, identidad y formación a lo que es hoy la caleta. Actualmente su comunidad alcanza a las 80 personas aproximadamente. Su economía se basa fundamentalmente en la recolección de algas (huiro), pesca y mariscos. En este presente, la comunidad lucha para que entidades privadas e instituciones gubernamentales no los erradiquen, y no destruyan sus sueños, que durante decenas de años han construido con trabajo y sacrificio, y sobre todo, mantener su historia, esa que los convoco a imaginar y a crear lo que es hoy su lugar de pertenencia.
Texto: Pablo Bustamante.
Fotografía: Alain Bizancio.